¡Alto al bullyng!
Un estudio realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) y la Unesco, revela que el 44% de los jóvenes en Lima y Callao ha sufrido algún tipo de de acoso en el colegio. Un 14% de ellos pensó en suicidarse. Erick Osorio, director de Psicólogos en Acción nos brinda pauta para reconocer este grave problema y cómo afrontarlo.
¿Qué es el bullyng?
El término se asocia al acoso dentro de un entorno escolar, pero no solo en las cuatro paredes de los salones o del centro educativo sino en todo lugar donde se puedan relacionar los escolares. Hablamos de bullyng cuando la violencia en todas sus formas se produce constantemente y se incrementa durante el tiempo.
¿Qué tanto afecta hoy a las escuelas?
El bullyng afecta la convivencia escolar, la va deteriorando. El agresor, generalmente, ha sido víctima en otro tiempo y espacio, por ejemplo, si ha recibido experiencias negativas en su vida como la separación de sus padres, si es maltratado en casa llega a la escuela y se desquita con su compañero queriendo demostrar una pseudo autoridad pero en realidad es solo una compensación equivocada de una necesidad de afecto. En las escuelas donde hemos trabajado el 70 por ciento de docentes conoce el acoso pero no toma las medidas necesarias. Ordenan pero no orientan.
¿Qué formas de bullyng existen?
Las formas de agresión varían. Agresión física, verbal y sicológica pero esta última engloba a las anteriores.
¿Qué consecuencias trae el bullyng para las víctimas?
Deteriora la autoestima. Podemos darnos cuenta
a través del cambio de comportamiento, si se vuelven agresivos, o al contrario, muy sumisos, no quieren hablar en público, tienen vergüenza para salir, si cambian sus notas, de que conversan en casa, si ya no quieren ir al colegio.
La recomendación fundamental es el tiempo que los padres les dedican a los hijos.
Nosotros hablamos de la estrategia de los 15 minutos donde el padre deja de lado todo para conversar con ellos, mejora el vínculo afectivo y la comunicación, así el hijo podrá compartir sus afectos. Se abre un espacio de escucha.
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